lunes, 19 de diciembre de 2011

Ingredientes para una buena sesión de Formación I

Se acercan las fiestas de Navidad y confieso que además de a celebraciones familiares, cenas de amigos y días de fiesta, estos días a mi me recuerdan a cursos de formación. Y utilizando un pequeño símil como lo puede ser una receta, vamos a intentar dar con los ingredientes de una buena sesión de Formación en los próximos artículos del blog.

Cuando llegas a un curso, ya sea como profesor o como alumno, siempre te gusta situarte. No solo situarte en tu sitio, que probablemente uses frecuentemente el mismo, aunque solo sea por inercia, sino situarte con las personas y con la acción formativa que vas a comenzar. Por lo que como primer ingrediente es importante, que el formador sitúe su sesión y a los participantes.

Presentación del formador. Explicar quién eres y por qué estás ahí, qué pretendes conseguir en esas horas que os deparan juntos y las “reglas” de tu sesión, preguntas, respuestas, ritmo, descansos, forma de estar, forma de participar, que los participantes sepan a qué atenerse contigo.

El tipo de lenguaje que usemos desde la presentación debe ser acorde con nosotros y con lo que vayamos a impartir. Si utilizamos un lenguaje coloquial y cercano desde el principio, los alumnos también lo harán con nosotros. Debemos ser siempre respetuosos y educados.

Hay dos formas de presentación, que una persona de la organización esté allí para presentarte delante de los alumnos, o bien que sea el propio formador el que se presente a sí mismo.

Entiendo que el formador en su presentación debe buscar argumentos de unión con el grupo, desde compartir algún relato de su experiencia que esté relacionada con la formación a impartir, hasta el soñar sobre lo que le gustaría obtener con su sesión, hasta incorporar alguna dinámica de presentación que motive a los alumnos.

Presentación de los participantes. Que no quede solo en que nos digan su nombre y su procedencia, vamos a aprovechar para que la presentación sea parte de la formación y no un mero trámite. Es interesante saber qué se esperan de esa sesión, por qué se lo esperan, que les gustaría hacer, con qué se les puede sorprender.

Vamos a intentar que la presentación sea una sorpresa para la persona, que les toque pensar, no solo decir su nombre. Incorporar la presentación como comienzo de la formación nos permite hacer partícipes desde el primer minuto a los alumnos.

Una buena herramienta para poder hacer más útil la presentación, es incorporar a ella un elemento que vayamos a utilizar más adelante, me explico. Si presentamos verbalmente a los alumnos, podemos pedirles que un posit escriban la experiencia más destacada que recuerden que esté relacionada con lo que vamos a tratar en la sesión, y que lo guarden. Y llegado el momento de la sesión en que hayamos visto varios puntos importantes, aprovechamos para sacar ese posit y recordar lo que escribimos, ver qué coincidencias tiene esa experiencia con lo que hemos trabajado, que diferencias y explicar porqué.

El primer ingrediente siempre es muy importante, la presentación va a ser la base de todo el trabajo de la sesión de formación. Los humanos nos movemos por impresiones, y la primera impresión que demos a nuestros alumnos quedará para el resto de la sesión, así que vamos a trabajarla.