Mi buen amigo y compañero Sergio Arranz, escribía hace unos meses un muy recomendable artículo en la revista REDES- Revista hispana para el análisis de redes sociales. El artículo “Estrategias para la diversificación de la red personal de personas drogodependientes en proceso de reinserción” me hacía pensar en lo relacionado que está el mundo de los educadores, por muy diferentes que sean nuestros destinatarios, y lo mucho que lo podemos aprovechar.
Todo educador, en un momento de su carrera ha trabajado con colectivos en situación de riesgo o con jóvenes en situación de riesgo, y los pasos que hemos seguido, han sido altamente parecidos a los que se describen en el mencionado artículo.
Me gusta saber que los monitores, educadores, acompañantes, somos redes de ayuda para el joven, y que nuestra principal labor cuando trabajamos con jóvenes en situación de riesgo es generar vínculos de inserción comunitaria.
Una de las ideas por las que me veía más involucrado como educador con el mencionado artículo, era en el apartado de “diversificar la red vinculando al ocio”, es decir, intervenir con el joven buscando siempre sus momentos de ocio, de tiempo libre, de ahí que me viniera a la mente, que los monitores de tiempo libre estamos trabajando siempre en un espacio altamente positivo para el joven.
Desde los momentos de ocio, los educadores podemos trabajar de una forma inmejorable. Los jóvenes no asocian la educación con el ocio, por lo que los monitores o educadores entramos de forma directa en su vida, sin que eso sea una amenaza para ellos. Quiero decir con esto, que el joven que llega en su tiempo libre hasta un educador, llega sin defensas, sin las defensas que crea ante su familia, sin las defensas que usa ante sus profesores, en definitiva, ante una figura de autoridad que advierte como peligro.
Nosotros trabajamos desde la absoluta libertad del tiempo libre y generamos vínculos que no se generarán con otras personas, podemos convertirnos rápidamente en referentes. Y como referentes actuamos con el joven.
Ya sea a través de la entrevista motivacional, a través el acompañamiento personal, de la referencia, o simplemente de la presencia, el educador se puede convertir en el vínculo clave en la normalización de la vida social del joven.
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