En el trabajo de educador, de monitor de tiempo libre o simplemente en el trabajo con jóvenes en general, estamos ejerciendo de forma activa el papel de líderes con nuestros destinatarios. Cualquier persona puede ser un líder, pero también hay que aprender a serlo.
La juventud y la sociedad en general está viviendo una crisis de liderazgo, sin nadie a quien seguir. Precisamos de líderes sólidos y auténticos, y mucho más de líderes que trabajen para la juventud.
En un post anterior hablábamos del Líder con Vocación de Servicio, como modelo de líder referente para los jóvenes, señalando las cualidades que debemos seguir para ser buenos líderes. Pero para ser un líder precisamos recorrer un camino y recorrer unos pasos:
Tener la necesidad de seguir creciendo. Sabemos cómo hacemos las cosas, pero puede que se puedan hacer de otra forma, pon los medios para aprenderlo.
Los educadores que llevamos trabajando muchos años podemos caer en el error de seguir trabajando con las técnicas que aprendimos cuando empezamos nuestra carrera. Es un grave error. Reciclarse, arriesgarse, probar, aprender. Un líder necesita crecer cada día.
Conocerse a sí mismo. El proceso de conocerse dura toda la vida, pero el líder debe tener claro no solo quien es, sino quien quiere llegar a ser. Para ejercer el liderazgo sobre las personas, el líder debe hacerse cargo de su responsabilidad para con los demás y ejercerla.
Trabajar con los demás no es lo mismo que tener carisma. El líder debe generar confianza entre sus seguidores. El carisma se trabaja a base de constancia, de presencia, de congruencia en todos los actos y sobre todo, de ganarse a la gente de nuestro alrededor en el día a día.
Disfrutar del viaje aprendiendo en cada parada. Un líder debe ser auténtico y hacerse consciente de lo que puede aprovechar en cada momento. Ser consciente de la situación en la que nos encontramos y sacar el máximo rendimiento a cada proceso. Aceptar y aprender de los errores y de los éxitos.
Transmitir optimismo, fe y esperanza. Dentro de la misión de un líder está influir en los sentimientos positivos de sus seguidores, de los que trabajan junto a él. Y los sentimientos positivos hay que aprender a contagiarlos, en el proceso de formarse como líder hace falta ir contagiando esperanza, ilusión por el proyecto y optimismo ante las actuaciones.
Ten siempre clara tu visión. Cada líder tiene que tener una visión sobre las metas de su empresa y nunca perderla de vista. Con cada proyecto trabajado, con cada usuario con el que se interviene el sueño tiene que estar siempre de fondo. Sin visión no hay líder.
Un líder no nace, se tiene que ir haciendo. Ser líder es un camino de responsabilidad que hay que elegir y aprovechar.
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